Jesús nació en Belén y fue puesto en un pesebre, envuelto en pañales; allí fueron a adorarlo los pastores, y los ángeles cantaron: "Gloria a Dios en el cielo y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad". Después fueron a adorarlo los Mangos de Oriente. El rey Herodes quiso matar al Niño, y San José y la Virgen huyeron con Él a Egipto. Más tarde regresaron a Nazaret en donde Jesús creció y trabajó como artesano en el taller de José, dándonos ejemplo de santificar la vida de familia y el trabajo que debe ser bien hecho y grato a Dios.
Después, durante tres años, predicó su doctrina, la que nos enseñó de parte del Padre Celestial, y pasó haciendo el bien, con muchos milagros, demostrando que era Dios y que venía a salvarnos. Porque nos amó, instituyó la Sagrada Eucaristía e hizo sacerdotes a los Apóstoles, y luego comenzó su Pasión dolorosa hasta morir clavado en la Cruz; así nos redimió o sea, pagó al Padre celestial con el precio de su sangre y de su vida, por todos los pecados de Adán y Eva y de sus descendientes, que somos todos los hombres y mujeres del mundo.
Muerto Jesús, fue puesto en un sepulcro, pero al tercer día resucitó y se apareció vivo y glorioso a las santas mujeres y a los Apóstoles; a los cuarenta días subió al Cielo, prometiendo que les enviaría al Espíritu Santo.